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Por primera vez

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Estoy sentado en la cafetería La cafetería donde te vi por primera vez Por primera vez sé que no volverás

Zapatillas Rojas. La Vida del Chico de Calle Tarfia (1)

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Las doce y veinte de la mañana en una soleada pero fría Sevilla, los arboles de la calle Tarfia lucían sus mejores tonos marrones propios de esta época del año y las hojas caídas amortiguaban cada paso como una alfombra natural invitando a las losas demasiado artificiales a desaparecer bajo el embrujo de la naturaleza y la estación que llegaba a su fin.  La brisa suave pero constante no ayudaba a entrar en calor al chico de las zapatillas azules, hasta que la vio a lo lejos...

La única forma de escapar

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Paula se metió en una de las habitaciones que estaban cerradas pero que tenía la llave puesta. No había nadie dentro, así que pudo pensar en todo lo que le había pasado hasta entonces, estaba apretando con tanta fuerza el destornillador que tenía los nudillos más blancos que de costumbre.

Verte otra vez

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Era la primera vez que se veían. Y allí estaban. Ella y él.

Luces fuera

Paula llamó a la segunda puerta del pasillo, le volvieron a abrir con timidez. No estaba para bromas, así que le dio bruscamente la bolsa de hielos al muchacho que abrió la puerta y les dijo que dejasen la puerta abierta para que cuando pasase Eduardo le dijeran que estaba en la habitación de al lado, dejaría la tarjeta puesta.                Paula entró en la 304 y cerró la puerta, de repente se notó muy cansada. La ventana estaba abierta y por ella entraban los gruñidos de los zombis que se agolpaban en la puerta del colegio, se asomó y vio que eran muchos más de los que creía y todavía seguían llegando desde todas direcciones, tenían alguna fijación especial por este lugar. Les escupió. Bajó la persiana, cerró las ventanas y encendió la luz, miró a la cama, se tumbó y no tardó en quedarse profundamente dormida.

Segundo Intento

Eduardo corrió como nunca antes había hecho en su vida, los gritos de Lucas habían atraído a zombis que habían dado la vuelta al edificio y se acercaban por la pista de baloncesto. Además, la puerta que los separaba de Farmacia había cedido y ahora era un paso abierto para la innumerable cantidad de zombis que había en el otro lado. Llegó a la puerta superando todos los escalones de un salto, pero había un problema, se había cerrado y sólo se podía abrir desde dentro. Golpeó la puerta con todas sus fuerzas, los zombis se acercaban a un ritmo lento pero constante, en unos segundos los tendría encima.