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¡Corre!

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Eran las tres de la tarde, el sol se imponía en lo más alto del firmamento. La estampa que asolaba al Colegio Mayor era horrorosa, los zombis habían derribado la puerta de metal y lo único que los separaba del interior eran unos portones de madera y, detrás de ellos, unas  barricadas improvisadas con todo tipo de muebles del comedor y las bibliotecas. Los supervivientes tras haber construido las barricadas se refugiaban en la tercera planta del edificio, lo más alejados que podían del posible punto de entrada. Las habitaciones estaban a rebosar de gente y sólo algunos curiosos se atrevían a mirar por la ventana, cada vez llegaban más zombis del campus, la puerta no aguantaría mucho más tiempo…

Ella

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             Aquella mañana Sofía se había levantado temprano, tenía clase hasta las doce y después de una hora de descanso, una hora y media de prácticas en el laboratorio con el profesor Sánchez. Era una mañana bastante aburrida, sólo se salvaba porque era viernes y al día siguiente podría descansar todo lo que necesitase.                En la calle hacía bastante calor para ser tan temprano y eso que todavía no había comenzado la primavera. Sintió un gran escalofrío atravesar su cuerpo nada más entrar en su clase, alguien se había tomado la molestia de encender el aire y parecían ahora estar a diez grados bajo cero. No se había llevado la sudadera del Colegio Mayor, así que pasaría el fin de semana resfriada. “De puta madre” pensó para sí.

La llamada

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     Bajaron rápidamente hasta el hall, allí unos colegiales amontonaban las mesas del comedor para que hiciesen de trinchera improvisada y dificultar así que los zombis entrasen en el Colegio. Mientras estaban allí, ayudando a colocar los sillones que habían bajado de las plantas de habitaciones, algo empezó a vibrar dentro del bolsillo de Eduardo. Dejó lo que estaba haciendo y sacó el móvil de su bolsillo, miró con nerviosismo el nombre que aparecía en la pantalla: Sofía 😍🙈 .

Toma de Contacto

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Apenas podía creer lo que tenía delante, era un zombi, de los que aparecen en las novelas de terror y series de televisión, solo les separaba la puerta de metal del Colegio Mayor así que pudo verlo bien. La carne se le caía a pedazos, tenía los ojos inyectados en sangre y una rabia animal parecía haberse apoderado de él. El zombi lanzaba gruñidos ininteligibles mientras intentaba alcanzarle con el brazo, pero Eduardo estaba lo suficientemente lejos para que no lo pudiese tocar.