Ella
Aquella mañana Sofía se había levantado temprano, tenía clase hasta las doce y después de una hora de descanso, una hora y media de prácticas en el laboratorio con el profesor Sánchez. Era una mañana bastante aburrida, sólo se salvaba porque era viernes y al día siguiente podría descansar todo lo que necesitase. En la calle hacía bastante calor para ser tan temprano y eso que todavía no había comenzado la primavera. Sintió un gran escalofrío atravesar su cuerpo nada más entrar en su clase, alguien se había tomado la molestia de encender el aire y parecían ahora estar a diez grados bajo cero. No se había llevado la sudadera del Colegio Mayor, así que pasaría el fin de semana resfriada. “De puta madre” pensó para sí.